El peligro de la inocencia

El tiempo que asistí a ese pequeño pero cálido colegio durante mis primeros años de escolar, fue grato en general, aunque tengo recuerdos de sentirme un tanto intimidada por mi profesora. Era una mujer joven y soltera, pero era más bien tosca con los niños, no generé un vínculo muy afectivo con ella, y eso es algo que generalmente se da en los niños pequeños, porque se sienten protegidos por su primer profesor, es quien finalmente te marca y enseña los primeros hábitos, junto a la formación que recibe el niño de parte de su familia. El profesor, nos entrega esa sensación de sentirnos acogidos, cobijados de cierta manera al separnos de nuestra familia. Eso que hoy viven y sienten los niños en el Jardín infantil. Esa relación se vuelve muy importante, porque será la motivación finalmente, para sentirse atraído por ir cada día al jardín y abandonar la calidez del hogar, porque en el jardín además, hará los primeros amigos, se sentirá parte de un grupo diferente a la familia.

Los bonitos recuerdos que tengo de mi primer colegio, son con mis compañeros de diferentes edades, porque como relaté anteriormente, éramos poquitos por cada grupo curso, y compartíamos la misma sala. En los recreos estábamos todos juntos después que pasabas a primer año, al kinder se le excluía de los juegos con el resto, por lo tanto los recreos eran en tiempos en que los otros cursos estaban en clases la mayor parte de las veces.

Los juegos eran compartidos y lo que más me gustaba, era ir a la cancha de fútbol que se ubicaba en la parte trasera del patio. Ahí todos éramos iguales, y formábamos partidos de futbol con los diferentes cursos. Claro, no existía alternativa de poder jugar un partido, si no lo hacíamos de esa forma. Por cada curso, no eramos más de 5 o 6 alumnos, incluso menos en algunos.

También hubo un episodio bien grave, pero no fui consciente de ello en ese momento. Estando en primero básico, como siempre durante el recreo estaba en el sector de la cancha y de pronto sentí deseos de ir hacia el primer patio y comencé a caminar bajo los árboles y su fresca sombra. Luego de un momento me pareció escuchar unos gritos, pero no identifiqué de donde venían, puse atención y volví a escuchar gritos pidiendo ayuda, comencé a buscar y finalmente me acerqué a los baños, ahí estaba una de mis compañeras, y uno de los compañeros más grande. Ella estaba muy asustada, lloraba y mi compañero la acorralaba contra un muro, atiné a gritarle que la dejara, y salí corriendo a pedir ayuda, llegué a la oficina donde estaban mi profesora y el Director del colegio, y relaté lo que vi. Ellos salieron rápidamente hacia el baño y ayudaron a la niña. Recuerdo que ella tenía su delantal en las manos al salir del baño, aterrada y llorando. Mi compañero se lo había tironeado y terminó por sacárselo en el forcejeo que habían tenido. Desde entonces, nunca más nos dejaron durante el recreo sin supervisión de ambos profesores y el compañero fue expulsado del colegio.

Este episodio sería contado a mi madre ese día, cuando me fue a retirar. A mi solo se me explicó que había ayudado mucho a mi compañera, y que estuvo muy bien lo que hice.

Acerca de Betmi

Madre, hija, mujer. Amo los animales, me sensibilizan especialmente los perros y gatos. Con un profundo interés por aprender de todo. Deseo escribir desde antes de saber hacerlo. Me gusta leer y tejer. Amiga de pocos.
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