Ayer domingo tuvimos oportunidad de ir a la celebración de cumpleaños de mi tía Ana, quien cumple hoy, 96 años. Hace como 20 años que no visitaba la casa donde fue la celebración, ubicada en la comuna de Estación Central, que ahora es la casa de los nietos, ya que mi tía le vendió la casa a su padre, apodado “Mochi” (desconozco su nombre real). Esa era su casa cuando estuvo viviendo en Santiago, una casa antigua de las que se construyeron con las habitaciones alineadas y todas dando al patio que va paralelo a las habitaciones. Casas muy extrañas que resulta muy incómodas de habitar, porque no hay resguardo para el frío al transitarlas. La ida al baño significa salir a la intemperie obligatoriamente, y si el clima está frío y lluvioso es peor.
Las últimas celebraciones que tuvimos en esa casa, fueron de Año Nuevo y para el cumpleaños de la hija mayor de mi prima Claudia, Camila, que hoy tiene dos hijas y que también asistieron a la celebración de ayer.
De la familia, estaban presentes tres de los nietos de mi tía, Camila, Iaco y Mael, estos últimos hijos de “Mochi”, su bisnieta Flor, hija de Mael, su menor Hernán con dos de sus hijos, Matías y Gaspar, su hermana menor, Rosa (mi madre) y mi hija y yo. También estaba su nuera, Steffania la madre de Flor. Una tía del marido de Camila, una señora muy agradable y con quién coincidíamos en varias cosas.

Hernán hizo notar el detalle de el tiempo que había pasado desde la última vez, que había estado reunida la familia en esa casa. En ese momento pensé en unos 20 años, pero creo que fue bastante más. A mi en particular, me resultó extraña la “reunión familiar”, porque no tenemos un lazo fuerte de afecto y unión, pero no por eso, no agradable. Hemos pasado la mayor parte del tiempo de nuestras vidas, separados por grandes distancias. Aunque con las estadías durante octubre y noviembre en la casa de mi tía, les he tomado mucho cariño a Iaco y sobretodo a Mael, es un niño bueno, tierno y muy simpático. De Iaco me gusta, que le gustan las cosas correctas.

Ayer, después que ya estábamos todos reunidos conversando y compartiendo lo que había para servirse. Llegó Mochi, comenzó a saludar a los presentes, pero cuando todos suponíamos se aceercaría a nosotras, mi hija, la señora que estaba a mi lado y a mi, detuvo los saludos y se sentó. Claro que, nadie de la familia, atinó a decir, les presento a… por lo que me queda que pensar que a esta persona, no le interesaba en lo más mínimo tener un gesto de hospitalidad con nosotros. Existen dos posibilidades, es así de mal educado siempre, o se comportó así, para hacernos sentir incómodas. Por mi parte, no me sentí incómoda, por el contrario, estuve muy a gusto todo el tiempo, comí todo el rato, incluso me paré a la cocina a buscar un trocito de queque, que no quería dejar de disfrutar. Por supuesto, que no pretendo regresar a esa casa, si este personaje estará presente. Su actitud, es demostrar que no somos bienvenidas o, mejor dicho, tal vez no soy yo, la bienvenida, jeje y no pienso, darle una segunda oportunidad para hacerse el bacán.
Debo comentar que hace unas semanas, tuve una conversación con Hernán, debido a que estaban dejando a mi tía demasiado seguido al cuidado de mi madre y la familia se estaba desentendiendo. Le hice ver que mi madre, tiene 90 años y no está en condiciones de cuidar a otra persona mayor durante todo el día. Que no me parecía correcta la actitud de avisar con 10 minutos de anticipación que iban a dejar a la casa a la tía. Que mi tía se estaba sintiendo incómoda con algunos tratos que tenían con ella, que aunque yo estaba clara que no tenía ni voz ni voto, en sus actitudes, ni en sus decisiones, yo sentía que debía expresar mi punto de vista. Supongo, y no creo estar muy equivocada, que a pesar, de haber recalcado que no quería interpretaciones erróneas de mis palabras, esto pudo molestar a la familia de mi tía, (nietos y su padre) . Sinceramente, no es algo que me preocupe, porque mi intención fue hacer ver lo incómodo que era para mi tía, sus actos, y, también que no podían disponer de nuestro tiempo, para el cuidado de mi tía, aunque yo lo hago con todo el amor del mundo, el mayor peso se lo lleva mi madre. Disfruto mucho que mi tía esté en la casa, porque siempre la he querido mucho. Además ahora, tenemos cosas en común, como la lectura, y el tipo de libros que leemos, compartimos muchos puntos de vista en el aspecto espiritual. A mi madre también le gusta que su hermana pase tiempo con ella, poder conversar y recordar algunas cosas, aunque mi tía tiene algunos recuerdos bloqueados, a modo de protección creo yo.